El
rol del fonoaudiólogo lo podemos ver expresado en cada malla de una universidad
al describir el perfil que se considera para un alumno egresado, pero aún así
varía dependiendo de la perspectiva que se le quiere dar, pues hay veces en que
se considera más el lado humano, otros el ser un profesional íntegro, y para
algunos sólo el lado profesional. Pero más que eso, el ser fonoaudiólogo no solo implica ser terapeuta, si no que abarcar de
manera integra a nuestro "cliente", dejándose de lado lo de seguir el
perfil, y más bien considerando las necesidades individuales que nuestro
paciente amerite recibir, dicho en otras palabras, brindarles un trato
holístico, o sea, de forma integral, pudiendo con esto abarcar todas las áreas
que influyan en la salud del ser humano.
Esta
forma de tratamiento debe ir complementado con valores éticos, siendo estos la
base para el actuar fonoaudiológico. Los principales son: la empatía (considerando
ponerse en el lugar del otro), el respeto (pues nos encontraremos con personas
distintas a nosotros y aún así deberemos aceptarlas), el espíritu de servicio,
entre otros. Además hay que considerar el proteger los derechos fundamentales
de cada persona y no ver al paciente como un objeto a ser rehabilitado.
Debemos
ser también responsables como profesionales, es decir, no sólo desempeñando
nuestra función como tal, sino que además promoviendo el bienestar común,
íntegramente. Se debe además dejar los prejuicios de la lado, sin juzgar a la
persona por su modo de vestir o higiene, pues no se sabe las condiciones que
vive, por esto debemos ser empáticos y no hacerlos sentir incómodos, y menos
aún discriminados, pues ellos tienen derechos.
El
ser fonoaudiólogo, además de todo lo anterior, requiere de conocimientos
teóricos de variadas disciplinas, pero más allá de eso, requiere reconocer que
somos todos igual tan sólo por ser seres humanos, por tanto un buen ejercicio
para desempeñar es preguntarse ¿cómo me gustaría que me tratasen a mí?
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